Festival de Folklore Ciudad de Cádiz: 25 años
El baile, la música y la poesía tradicional no tienen dueño. Tampoco una forma fija: cambian y se adaptan a cada siglo, a cada espacio, a cada comunidad humana, procurando que las personas sigan comunicándose, y procurando que la memoria (que casi es lo mismo que el afecto) aliente cada vida particular. La orfandad de la tradición es también la responsable de su olvido y, en ciertos momentos, del maltrato recibido por quienes han querido manipularla, utilizarla para el propio lucro o hacerla bandera de fanatismos y doctrinas. En su arriesgada peregrinación, el folklore parece llamado a extinguirse desde hace por lo menos un siglo, cuando la “cultura de la civilización” comenzó, decidida, a arrasar cualquier resto de memoria (que ya se sabe que, para quien quiere gobernar a la fuerza, es el primer enemigo a abatir). A estas alturas, pues, defender el folklore, hacer cualquier cosa para protegerlo, podrá ser un loco asunto, pero de lo que no cabe duda es de que se trata de un asunto honrado, con una carga importante de compromiso y decencia, enemigos a la sazón, también, de la “cultura de la civilización”.
Este loco asunto, en Cádiz, ha tenido desde hace veinticinco años como escenario el Festival de Folklore Ciudad de Cádiz, y como promotores a un puñado de ciudadanos simple e incomprensiblemente comprometidos con un encuentro que -aparte de riqueza humana y muchos quebraderos de cabeza- no les ha reportado ni el suficiente apoyo de las instituciones ni el oropel con que la vida cultural de esta ciudad premia a ciertos miembros de su comunidad. Arrancaron con el proyecto en los inicios de los ochenta, en un clima político y vital que alentaba la entrega desinteresada al progreso común, y en ese estado de gracia se han mantenido hasta hoy mismo, ciertamente ajenos a un presente que entiende la cultura, en el mejor de los casos, como objeto de trueque y, en el peor (y más frecuente), como una ocurrencia pública con rentabilidad electoral inmediata.
Recibían, en aquel entonces, una herencia difícil: la factura con que el franquismo había diseñado el folklore, a saber, una estampa típica, simplista y falsamente festiva de “los pueblos de España”, que durante décadas benefició a unos cuantos, pero que también durante décadas padecieron muchos más. Confieso que yo misma –aprendiz por aquellos años de estos asuntos de la tradición- miré con malos ojos las primeras ediciones del Festival de Folklore que, en mi opinión de entonces, venía a prolongar intempestivamente un tratamiento de la cultura tradicional dirigista que había que desterrar. Mi visión torcida de las cosas, sin embargo, se transformó radicalmente desde el momento en que conocí la labor de este grupo de amigos, a los que alentaba únicamente una verdadera confianza en el folklore como vía de conocimiento y solidaridad.
Me sigue sorprendiendo, a día de hoy, la dedicación al Festival de estos extraños “empresarios sin techo”, que cada año remontan el cansancio, postergan las vacaciones y olvidan las ingratitudes para convocar, otra vez, a danzantes y cantores de otro idioma, con los que llegan a entenderse tan estrecha y milagrosamente que han llenado el mundo de hombres y mujeres nostálgicos de Cádiz. Me sigue sorprendiendo la lucidez y la inteligencia natural que derrochan en la comprensión de la tradición popular, y el respeto con que la miran. Y quiero seguir aprendiendo de ellos.
Los interesados en el libro pueden pedirlo en estas direcciones: repeto@comcadiz.com ó rafael.galle@uca.es
Más información en el enlace al Festival del periódico La Voz de Cádiz: www.lavozdigital.es
1 Comments:
yo soy der folclore de publicidad me encanta todos los años conozco persoas de diferntes paises como peru,costa rica,chile.indonesia.llevo dos años en el festibal y desde los tres años en el desfile mis tios pertenecen al folclore mis amigas son nuevas pero les gusta la idea tambien esta mi hermana mayor.bueno me referia con todo esto esque no quiero qe el folclore se acabe anima mcho la ciudad y le da alegria bueno con mucho cariño:Beatriz Gallé Cortegoso
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