Memorias de Liébana
A Campollo se llega por una estrecha carreterita serpenteante que sube hasta allí desde Vega de Liébana, cabeza de ayuntamiento. Desde arriba, la tarde veraniega resucita y adviertes que aún no se ha puesto el sol en el Valle. Angeles Fernández Dobarganes (83 años) aprovecha la última luz para recoger los trastos de la faena del día, pero interrumpe sin prisas el deber ante nuestra visita. Lamenta, como es habitual, la poca memoria y -como tantas veces- nos canta a continuación joyas poético-musicales que se extinguirán para siempre cuando ella las olvide (y eternamente cuando nosotros olvidemos a Ángeles). Canciones infantiles que los poetas del Siglo de Oro ya oyeron, como Cilla, cilla, calabacilla o Los dedos hambrientos. José Manuel Fraile y Susana Weich-Shahak las oyen por última vez y las recogen en sus efímeros soportes digitales.
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